The Clinic: Siete claves para que el proceso constituyente no fracase en la ciudadanía
En la investigación se encuentran pistas de cómo se relaciona la ciudadanía con los temas constitucionales y se agregan algunas claves para que el nuevo Proceso Constituyente no vuelva a fracasar.
El denominado Acuerdo por Chile ya está firmado por los partidos con representación parlamentaria -salvo el PDG y los Republicanos- y solo falta que el proyecto de reforma constitucional sea ingresado al Congreso para ser tramitado y habilitar un nuevo Proceso Constituyente.
El acuerdo cuenta con varios ejes que lo diferencian de la primera Convención Constitucional, como las bases institucionales, la participación de un comité de expertos, y un órgano electo más pequeño que la convención anterior. Todo esto en el ánimo de que el proceso no cometa los errores que llevaron a la ciudadanía a votar Rechazo el pasado 04 de septiembre.
Sin embargo, para comprender el fenómeno que hizo que el 62% de los electores se distanciaran del texto propuesto de la Convención, es necesario ir más allá del mecanismo utilizado.
En esa línea, la plataforma académica Tenemos que Hablar de Chile (TQHDCH), impulsada conjuntamente por la Universidad de Chile y la Universidad Católica, elaboró un informe que concentra conversaciones con cerca de 20 mil personas, desde agosto de 2021 hasta noviembre de 2022, a objeto de descifrar las claves del proceso constituyente que fracasó en septiembre desde una perspectiva ciudadana.
Las conversaciones fueron llevadas a cabo en cinco instancias a lo largo del pasado Proceso Constituyente que ya terminó, donde Tenemos Que Hablar de Chile -además- fue entregando insumos a la ex Convención. Ahora, ad portas de un nuevo itinerario constituyente, la plataforma entregó siete claves que pueden ser fundamentales a la hora de trazar un camino hacia una nueva Carta Fundamental.
Aquí, The Clinic presenta estas claves y las aborda con el director de la plataforma, Hernán Hochschild, Ingeniero y Filósofo de la UC, Magíster en Filosofía de las Ciencias Sociales de la London School of Economics, miembro del Centro de Políticas Públicas de la UC, y cofundador de Elige Educar y Kyklos.
1. El “estrés social” de Chile: “El malestar que debía encauzarse se terminó intensificando”
Una primera clave del informe dice relación con una situación de sentimientos negativos en la ciudadanía donde la esperanza ha disminuido. En este sentido, se relata un clima de “estrés social”.
En este punto, el informe, el investigador asegura que las personas pasaron “desde la incertidumbre a la inseguridad”, lo que se explica principalmente en tres factores: “la situación política y social en Chile debido al proceso constituyente; la percepción de inseguridad debido al aumento de la delincuencia y otras formas de violencia; y la percepción de una desmejorada situación económica del país”, explica.
“Este malestar, que debía encauzarse por parte de la política, se terminó más bien intensificando tanto por los procesos políticos, la pandemia y la sensación de incertidumbre”, explica Hernán Hochschild.
“Antes del Proceso Constituyente, el malestar estaba relacionado a que la gente vivía con el agua hasta el cuello. Lo otro es una inseguridad social que tiene mucho que ver con el trato y la injusticia social”, agrega el director de Tenemos Que Hablar de Chile.
La diferencia que hace el filósofo está en el concepto en torno a la palabra “seguridad”. “Veníamos hablando mucho sobre la seguridad social y hemos visto que ese concepto se ha ido reduciendo a una incertidumbre más básica, que es no perder la pega y salir tranquilo de la casa”, precisa.
2. Persistencia del ánimo transformador: “El anhelo de cambios no puede producir más incertidumbre”
El informe también concluye que pese al malestar ciudadano, los anhelos de cambios no se han extinguido.
En esa línea, el texto identifica dos momentos. Antes de la aprobación de las normas, la principal preocupación respecto del sistema político estaba en que “esté más conectado con los territorios”. El medio ambiente también era un tema central, donde la preocupación principal era “su impacto en la calidad de vida”.
Una vez que la propuesta de nueva Constitución fue difundida, hubo una preocupación principal en materia de Pensiones, principalmente respecto de “la posibilidad de perder la propiedad de los fondos”. También hubo inquietud en Salud, donde “preocupaba una posible saturación del sistema”, dice un extracto de la investigación.
“En una primera etapa, la conversación tenía más que ver con anhelos, y a medida que se va concretizando el texto, la conversación pasa a lo simbólico y a lo pragmático”, explica Hochschild.
También el informa constata una diferencia de clase. En personas de sectores más vulnerables, las principales preocupaciones están en torno a materias de “educación, salud o vivienda”.
En tanto, en personas con estudios de educación superior, la principal preocupación estuvo radicada en “los derechos de la naturaleza y de las disidencias sexogenéricas”.
Con esto, el estudio asegura que “la conversación sobre necesidades y anhelos de cambio no forma una narrativa que funcione como una sola voz. Es, más bien, el anhelo compartido de que las condiciones sociales y materiales puedan mejorar”.
El director de TQHDCH comenta que “el anhelo de cambios no puede producir más incertidumbre, sino que más seguridad. Cuando la discusión avanza, el anhelo de cambio pide certezas y las preocupaciones se ponen en temas específicos como que no se sature el sistema de salud”, profundiza Hochschild.
3. Los anhelos según las necesidades: “En los estratos sociales más bajos la preocupación estuvo en la seguridad”
Respecto de los anhelos ciudadanos, el informe hace una aseveración: “Cuando las personas dialogan, no solo aparecen las posiciones diversas, sino que también las perspectivas y los horizontes comunes”.
En ese sentido, se identifican tres niveles de aproximación a los cambios constitucionales.
El primer nivel dice relación con diferencias en los anhelos, deseos e intereses constituyentes respecto a los niveles socioeconómicos de cada persona. “Los deseos de alguien que enfrenta mayores barreras serían distintos a los de quien imagina futuros posibles sin esas dificultades”, concluye la investigación.
El segundo nivel refiere a los significados y símbolos de un cambio constitucional, identificando que aquí conviven la necesidad de un Estado garante de derechos sociales con un Estado que también impone mano dura.
El tercer nivel tiene que ver con la valoración o utilidad que las personas endosan al cambio constitucional. En niveles socioeconómicos más bajos hay un gran temor a perder la propiedad, mientras que en niveles más altos se le da más valor a derechos de segunda categoría.
Hernán Hochschild explica: “en los estratos sociales más bajos la preocupación estuvo en temas específicos como la seguridad”. “Esto está asociado a cómo se empieza a producir el quiebre entre las élites y la ciudadanía y su cotidianidad. La sensación es que aquellos que dirigen las instituciones están protegidos y la ciudadanía no”, agrega.
Pese a lo anterior, el director de TQHDCH sentencia: “de todos modos, la gente sigue esperando mucho de las instituciones, no les ha tirado la cadena. Es como en el fútbol cuando se dice ‘que se vayan todos’, pero nadie quiere que el club desaparezca”.
4. Las instituciones como problema y solución: “La gente ya no confía en las instituciones, pero aún tiene la esperanza”
El informe afirma que la ciudadanía tiene altas expectativas respecto de la vía institucional, pero con algunos flancos a resguardar.
Aquí se explica que hay una frecuente referencia a un Estado garante de Derechos Sociales, pero se muestra una preocupación a nivel práctico; la capacidad de materializar estas garantías, lo que se mezcla con otros temas como la corrupción o la burocracia.
Respecto al Proceso Constituyente en sí, se identificó una “preocupación por la dificultad para llegar a acuerdos por el tiempo incierto que toman los cambios y los desafíos de implementación”. Sin embargo, el estudio asegura que “las personas parecen seguir esperando que sea la institucionalidad la que encauce los grandes problemas del país”.
“Lo que pasa es que la gente ya no confía en las instituciones, pero aún tiene la esperanza de que, a través de ellas, uno logre resolver los problemas. Las personas entienden que los problemas tienen una dimensión colectiva”, explica el ingeniero.
5. Crítica a la clase política: “Hay que darle espacios a la ciudadanía para que sientan que tienen control”
Algo que se viene diciendo en las distintas encuestas de opinión hace un buen tiempo, es que la ciudadanía es crítica de la clase política en general. Según el informe, esta crítica no hace distinción: “las personas que están en cargos de poder aparecen como un todo”, dice un apartado de la investigación.
En esa línea, Hochschild analiza el acuerdo firmado el pasado lunes 12 de diciembre, señalando que “no hay que juzgar el acuerdo por lo que pase ahora, sino por lo que vaya generando en la convivencia política”.
El informe da algunas señales importantes para futuros candidatos constituyentes, detallando que “se observa una demanda hacia los políticos, centrada en elevar el estándar ético”. Asimismo, aparecen exigencias como “un mayor mérito, preparación, transparencia y capacidad de diálogo”.
Lo anterior se complementa a otras exigencias, como que “los políticos conozcan cómo vive la mayoría de Chile. No basta la formación técnica, sino que se requiere tener empatía”.
Respecto de la búsqueda de diálogo, el director de TQHDCH dice que “el premio al disidente, al que se mantiene firme en sus posiciones, es mayor a corto plazo, pero se desvanece a mediano y largo plazo”, asegura.
Además, explica que una forma para recuperar o reforzar la confianza de la ciudadanía, es hacerla partícipe del proceso. “Hay que darle algunos espacios a la ciudadanía para que sientan que tienen cierto control en lo que ocurre”, sugiere Hochschild.
6. Críticas al borrador de la ex Convención: “El texto terminó simbolizando división”
El informe observa un discurso crítico a la propuesta de nueva Constitución de la pasada Convención, lo que explicaría por qué esta fue rechazada en el Referéndum de septiembre.
Las personas que participaron del estudio explican que la propuesta “no da respuestas a los desafíos del país ni a las expectativas de la ciudadanía”.
Aquí se destaca un punto crítico sobre la redacción de la propuesta constitucional rechazada. “Las principales preocupaciones de las personas se vinculan al contenido del texto, donde la complejidad, ambigüedad o falta de claridad, aparecen como elementos relevantes”, dice el informe.
Sobre esto, Hernán Hochschild sostiene que “en lo simbólico, el texto terminó simbolizando la división. Uno podría decir que hubo un proceso de desinformación, pero en lo que hay que poner atención es que las personas se van quedando con imágenes de ciertos momentos y hay que trabajar sobre esas percepciones”, reflexiona.
7. Demanda de acuerdos transversales: “La gente tiene que ver este nivel de esfuerzo para otros temas”
Una interrogante clave que aborda el informe es cómo debe seguir el itinerario hacia una nueva Constitución luego del primer Proceso Constituyente.
Así, el texto constata que “se desea que las autoridades y representantes sepan encontrar puntos en común para beneficiar a toda la población, aunque esto signifique ceder las posiciones originales de cada sector, o transgredir los intereses personales por un bien mayor”.
Esto se podría relacionar con el denominado “Acuerdo por Chile”, pero Hernán Hochschild va más allá: “La gente tiene que ver este nivel de esfuerzo que pusieron los políticos en las últimas semanas para otros temas, como seguridad o reactivación económica”, sostiene.
En esa línea, asegura que “esta va a ser la vara para la política: si después de firmar el acuerdo o después de dar inicio al proceso la gente ve que en el Congreso se estancan los temas y se queda todo en la pelea sectorial, no se va a capitalizar el esfuerzo y puede fracasar un nuevo órgano”, finaliza.