Columna del Rector Ignacio Sánchez y Valentina Rosas: Desafíos país desde una conversación ciudadana

Columna de Valentina Rosas y Hernán Hochschild | La Tercera

 

Los resultados del plebiscito del pasado 4 de septiembre vuelven a reflejar las complejidades para entender y encauzar los desafíos sociales que vivimos en el país. Nuestro tiempo parece no dar espacio a respuestas certeras u obvias, sin embargo, justamente por ello, no debemos perder el anhelo de proyectar un camino que convoque a mirar el futuro con esperanza. Es precisamente por la magnitud del desafío, las dificultades que vivimos y la conciencia de que se requiere un gran y dedicado trabajo, que debemos atrevernos a realizarlo de manera conjunta y colaborativa.

Es lo que ha intentado la iniciativa Tenemos que Hablar de Chile, un esfuerzo mancomunado para generar espacios de escucha y participación ciudadana que nos ayuden a reflexionar sobre las interrogantes del Chile de hoy. Universidades, fundaciones, organizaciones territoriales, sindicatos, empresas y muchas personas, han trabajado conjuntamente para impulsar diálogos a lo largo de todo el país. Solo este año, acompañando el proceso Constituyente a través de diversos mecanismos, se convocaron a más de 10 mil personas.

En uno de estos procesos, semanas antes del plebiscito, se les preguntó a las personas por los desafíos del país, cómo han cambiado en el último tiempo y las recomendaciones que le harían al mundo político, emergiendo algunas miradas que pueden ser relevantes para las definiciones que toma el país.

Lo primero que muestran los resultados de estos diálogos es que los sentimientos negativos de la ciudadanía se han intensificado, al mismo tiempo que la esperanza disminuye y elementos como la violencia, los problemas económicos y la convivencia política han generado una especie de estrés social en las personas. En esta línea, cuando los participantes analizan los desafíos que enfrenta el país, la sensación es que estos se mantienen o han aumentado. 

Pareciera ser que la ciudadanía espera diálogo y acuerdos de parte de quienes toman las decisiones, porque en ausencia de respuestas seguras, en el diálogo, convive la riqueza de la diversidad de posiciones y de esta manera, la posibilidad de la construcción de un futuro común
— Columna de Ignacio Sánchez y Valentina Rosas en El Mercurio.

Respecto a los desafíos identificados, hay dos dimensiones a considerar. Lo primero es que las personas que conversaron en los diálogos consideran que Chile sí tiene las condiciones para enfrentarlos. Lo segundo, es que en las personas no hay una idea concreta de cómo se hace, pero sí que en la administración de los recursos que tenemos como país y en la voluntad política de las autoridades, hay ciertas claves a identificar. Es ahí cuando comienza a aparecer la política. En los diálogos existe un grupo amplio de personas con un perfil crítico y exigente hacia la labor política pero de manera transversal. La política es vista como un todo, con una demanda a realizar un giro en sus prácticas, en su cercanía a la ciudadanía, en el funcionamiento de las instituciones y en cómo estas presentan de manera generosa y visionaria soluciones a los desafíos que tiene el país.

Asociado a la discusión de las propuestas y soluciones, aparece un último hallazgo preliminar de este proceso participativo. Se demandan acuerdos transversales para lograr transformaciones y mejoras que entreguen garantías y alternativas para resolver los problemas que afectan la vida cotidiana. En tiempos de inseguridad e incertidumbre, los acuerdos parecen catalizar la expectativa de mayor certidumbre. Y no hay un sector o actor que logre concentrar esa certeza y seguridad. Lo relevante es que, incluso, aunque hay una fuerte crítica, desconfianza y exigencia, la vía institucional sigue fuertemente arraigada en la conversación de las personas. Pareciera ser que la ciudadanía espera diálogo y acuerdos de parte de quienes toman las decisiones, porque en ausencia de respuestas seguras, en el diálogo, convive la riqueza de la diversidad de posiciones y de esta manera, la posibilidad de la construcción de un futuro común.

Estos procesos, y muchos otros, pueden ayudar a procesar mejor los desafíos que tenemos como país, poniendo en valor el sentir de la ciudadanía, sin negarlo. No es fácil, no lo fue tampoco en el pasado, no lo será en el futuro. El llamado es a escuchar las distintas voces, poner mucha atención, y buscar soluciones colaborativas, para trazar, juntos, una ruta país que ofrezca un horizonte que entregue seguridad y desarrollo futuro a las familias de Chile.

Publicada en El Mercurio.

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