Nueva Constitución, una oportunidad para revalorizar la participación

Columna de María José Lincovil y Manuel Sepúlveda en The Clinic.

 

En las últimas semanas, han surgido distintas hipótesis respecto a qué se rechazó (y qué no) en el plebiscito y cuáles son las preferencias ciudadanas para lo que viene respecto al proceso constituyente. Desde nuestra experiencia en Tenemos que Hablar de Chile creemos que son pocas las certezas que se tienen frente a estas interrogantes y, por el contrario, los resultados del 4 de septiembre abren nuevas y fundamentales interrogantes para el debate público. Así lo indican los hallazgos preliminares de los procesos participativos que impulsamos durante el trabajo de la Convención Constitucional. 

Como parte de este esfuerzo, en el mes de julio reunimos a cientos de personas para conversar en torno a sus emociones, los desafíos que enfrenta el país, cómo estos han cambiado desde el 2020 y si existen las condiciones para enfrentarlos. Además, preguntamos a las y los participantes qué recomendaciones harían a las autoridades políticas para el día después del plebiscito.

Resumiendo los aprendizajes de este proceso, podemos decir que el malestar de las personas se ha intensificado en los últimos años, ante un escenario país que describen como “igual o peor que antes”. Asimismo, la ciudadanía se siente empoderada y es exigente respecto a una clase política que percibe desconectada de la realidad y preocupada de sus propios intereses, en una crítica que es transversal a los partidos e instituciones y en la que también se incluye a la Convención. Sin embargo, la voluntad política aparece como un elemento necesario para abordar los desafíos del país y se exigen acuerdos transversales de parte de las autoridades. Las personas creen mayoritariamente que el país cuenta con las condiciones para enfrentar sus desafíos, viendo a los políticos como parte del problema y de la solución, al mismo tiempo.

Algunas de estas ideas podrían considerarse como contradictorias, pero no hacen más que expresar la complejidad de las voces ciudadanas cuando se analizan conversaciones que buscan recoger ideas más allá de respuestas ante preferencias o alternativas binarias. Por ello, tal como han planteado otros actores como alcaldes y alcaldesas de distintas comunas del país, es fundamental impulsar espacios participativos diseñados con rigurosidad y pertinencia, e implementados con la celeridad que requiere un -eventual- nuevo proceso constituyente.

Es fundamental impulsar espacios participativos diseñados con rigurosidad y pertinencia, e implementados con la celeridad que requiere un -eventual- nuevo proceso constituyente.
— María José Lincovil y Manuel Sepúlveda

En esta línea es importante sacar lecciones a partir del trabajo de la Convención en materia de participación ciudadana, un esfuerzo que resultó insuficiente para generar un vínculo entre aquello que ocurría al interior del edificio del Congreso y las emociones, dudas y anhelos de las personas afuera de ese espacio. De esta manera, se debe contar con la voluntad y el compromiso que asegure los recursos y el tiempo requerido para esta tarea.

En definitiva, en un contexto de profunda desconfianza, donde la ciudadanía reiteradamente señala que las autoridades no conocen la realidad en la que viven las personas “de a pie”, se requieren múltiples espacios de diálogo y participación que permitan orientar el proceso constituyente. La tarea es construir confianzas y nada puede afectar más a este desafío que utilizar la voz de la ciudadanía para promover agendas preconcebidas que no responden necesariamente al sentir de las personas. Como hemos dicho, los resultados del plebiscito no deben dejar espacio para ganancias particulares.

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